jueves, 11 de septiembre de 2008

El hierro: extensión al ser inexistente

           Estaba viendo la galería de fotos en la página de Newsweek como motivo de la conmemoración de los siete años desde que se Estados Unidos recibió el ataque terrorista que movió el piso de los estadounidenses y del mundo, desde los ataques a Pearl Harbor. De las imágenes no estar acompañadas de un texto y unos hechos históricos que la mayoría de los ciudadanos conocen y  que le dan significado a las mismas, un extraterrestre que las vea  pensaría que los terrícolas adoran e idolatran el hierro.

            Es impresionante como los seres humanos lidian con la pérdida de la carne del ser amado. Es como si el hierro,  vestigio de aquél fatídico 11 de septiembre de 2001, fuese la única extensión que nos conecta a los seres perdidos en este evento. El luto nos hace tan vulnerables que el que se interesa por hacer una ganancia no puede evitar dejar pasar desapercibido el mercado del dolor. Sumergidos en nuestro sufrimiento y en la necesidad de tener la presencia de acercarnos a una carne inexistente, sucumbimos ante el silogismo de que si es el metal del World Trade Center donde quedaron huellas de ese ser que nunca pudimos encontrar, entonces ese metal será la lápida donde descansan los restos de quien dejó de ser, ergo, una extensión al ser amado.

              Por todos lados aparecen monumentos hechos con pedazos de hierro que quedaron desparramados en Ground Zero. Hay pedazos de hierro en California, en Virginia, en Nuevo México, en Florida, en Pensilvania; no dudo que algún día traigan un pedazo a nuestra Isla. Los calces de las fotos dicen “steel donated”, como si estos tuviesen algún valor monetario y se hace una obra de caridad al donarlo. Un artesano tuvo que pedir permiso para poder tomar un pedazo de hierro, de menos de un pie de largo, y soldarlo en forma de cruz para dejarlo en la Iglesia san Vicente de Miami, para que sus feligreses tengan todos los elementos necesarios para una conmemoración decente de los acontecimientos del 9/11. Para los que no son tan afortunados de vivir cerca de un monumento con hierro genuino del World Trade Center, no hay porque inquietarse. Por $19.99, podemos ordenar por correo un pedazo de hierro de Ground Zero, soldado con pulcritud y suavidad con el Salmo 37 soldado en bajo relieve, en un lado, y la bandera de los estados Unidos ondeando al otro, a través de Ebay, a ver quién da más.