lunes, 28 de abril de 2008

Investigación hermeneútica sobre periodismo participativo

¿Es internet un ente liberador? ¿Podemos decir que los seres humanos hemos encontrado nuevas formas de habitar en comunidad a través de espacios virtuales? Y finalmente, ¿Es el blog un ente democratizador? Todas estas y más preguntas surgen al embarcarse en la recopilación de tres ensayos, escritos por Adriana Gutiérrez Pacheco, estudiante graduada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, “Blogs, esfera pública y el periodismo como conversación”.
Dicha antología es un trabajo erudito que cita los más grandes exponentes y estudiosos de las relaciones interpersonales entre sujetos a nivel virtual. La misma nos indica que lo que para muchos es nuevo en Puerto Rico, ya llevaba merodeando por el espacio cibernético hace más de una década, pero, que se hizo visible en nuestra Isla gracias a la iniciativa del director del periódico El Nuevo Día, Luis Alberto Ferré Rangel, al incorporar la herramienta blog a la página de internet de dicha publicación, www.endi.com . Gutiérrez se cuestiona, “¿Será que la implantación y asimilación de los blogs por parte de los medios tradicionales, responde a una estrategia comercial o publicitaria, aunada a un compromiso de responsabilidad social?”, pregunta que deja abierta a la interpretación después de la lectura de la tesis que ella propone.
Por otro lado, para aquéllos que piensen que la tesis defiende un instrumento al que sólo el cinco por ciento de la población mundial tiene acceso, Gutiérrez responde lo siguiente: “afirmo la idea de que esta nueva esfera pública supone un círculo de élite, audiencias cultivadas, con cierta literalidad, acceso a la tecnología[1] y cierto status económico que les permite darse el lujo de tener tiempo libre y de ocio creativo para discurrir sobre los distintos panoramas socio-culturales políticos y económicos a los que el blog hace alusión. Así pues, llegamos a la conclusión de que los blogs no son la panacea prometida, sino como afirma Blood (2002) estos son sólo un antídoto a los efectos de los medios corporativos”.
Más que una proposición, “Blogs, esfera pública y el periodismo como conversación”, es una excelente referencia para un tema, que aunque se ha estudiado, se ha hecho escasamente. Al mismo tiempo abre las puertas a un nuevo debate en el campo del estudio de las ciencias sociales. ¿Nos avecinamos a una nueva generación que ha encontrado nuevas formas de reunirse? ¿Se achica el mundo o se le está dando voz sólo a aquél que posea la tecnología para expresarse y se está marginando a quien no la tiene?¿Se le puede llamar democracia a una tecnología que favorece a una minoría con cierto nivel de poder adquisitivo? Las preguntas manan sin cesar con la lectura de esta obra y con ellas surgen nuevos conocimientos.
Para més información sobre la autora visitar Alba Crepuscular

La información como víctima de la guerra


La limitada información a la que los periodistas anexados a las fuerzas militares tienen acceso, por razones de seguridad nacional; el miedo de los ciudadanos a ser fuentes informativas y luego convertirse en objetos de represalias; el constante peligro en el que se encuentran los periodistas que pisan suelo iraquí y el espectáculo en que se ha transmutado este conflicto convierten a "la información en una víctima de la guerra en Irak", aseguró la periodista italiana Giuliana Sgrena, en la pasada conferencia de prensa celebrada en el Anfiteatro A-1 de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana (UIA), en Hato Rey.
Sgrena estuvo de visita en Puerto Rico para participar en el foro público "La prensa en Irak: una víctima más", copatrocinado por el Centro para la Libertad de Prensa en Puerto Rico y la Universidad Interamericana, en conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el jueves 3 de mayo. El mismo se llevó a cabo en el Teatro de la Facultad de Derecho de la UIA.
Según Sgrena, corresponsal del periódico, Il Manisfesto,en Roma, Italia, "no tenemos más noticias sobre Irak." La información está limitada al conteo de víctimas sin rostro, que a fin de cuentas, ni siquiera presenta cifras certeras. "No hay nadie que se atreva ir a la calle y hablar con la gente de Irak, de Bagdad u otras ciudades de Irak, porque es imposible…porque existen grupos que no quieren que se den testimonios." Encima de ésto, aquellas personas que están dispuestas a dar sus testimonios ofrecen aseveraciones parcializadas, cuyo propósito es lograr la difusión de las ideas de un grupo particular.
Desde 1991, lo que vemos en los medios sobre la guerra es, según Sgrena, "un espectáculo". Las imágenes recibidas por las fuerzas multinacionales presentaban solamente "los aviones que iban y bombardeaban, pero nunca se veía el efecto, qué pasaba, quiénes eran las víctimas." Según Sgrena, ésto sentó un precedente de dar la impresión de que "se podía hacer una guerra quirúrgica", una guerra limpia con víctimas invisibles. La actitud de los medios de información también se vio afectada por la manera en que se empezaron a manejar los conflictos. Los medios solían enviar a los periodistas más experimentados capaces de desarrollar preguntas que pusieran en tela de juicio todas las partes que componían las guerras. Sin embargo, "desde 1991 los medios de información decidieron enviar gente que no conocía nada del sitio, pero que sabían contar las cosas muy bien", expresó Sgrena.
La percepción que los medios de comunicación han inculcado en la audiencia sobre la insurgencia también se ha visto afectada como consecuencia de los limitados recursos disponibles para crear información. Giuliana, quien es también una conocedora muy ilustrada en temas del Medio Oriente hace una distinción en lo que indistintamente se difunde en los medios como insurgencia. Estas dos categorías son, resistencia y terrorismo. "La resistencia son los grupos que quieren la liberación de Irak. El terrorismo tiene otra estrategia, otro objetivo, que es combatir el 'jihad' contra los infieles" afirmó Sgrena.
La experiencia de su secuestro y la impunidad de aquéllos que le infligieron profundo dolor a ella y a otros, ha traido consigo la frustración de saber que recopilar información en Irak es un caso perdido. Sin embargo, Sgrena se rehúsa a callar y propone que las reglas de combate en Irak sean enmendadas y se encuentren responsables cuando existen daños colaterales. A pesar de los sinsabores, el periodismo es la pasión de Sgrena. Aunque no ha vuelto a cubrir la guerra en Irak, sigue reportando desde el frente de batalla y nunca se arrepintió de fiscalizar en lugar de aquéllos que no pueden, porque "sólo el que tiene armas es el que tiene voz. "
Sgrena es una tenaz opositora de la invasión en Irak y dirigía el enfoque de sus noticias en Irak al quehacer cotidiano de los civiles en la guerra. Ya había visitado siete veces Irak antes de su secuestro, de 28 días, en dicho país, evento que le dio renombre a esta corresponsal. Es autora del libro, Friendly Fire, traducido en siete idiomas y es una activa feminista y pacifista. Como feminista, aboga por los derechos de las mujeres en países, tales como Afganistán e Irak, donde a éstas no se les han reconocido unos derechos que le corresponden.

Una mirada al valor del morbo

Tenemos empeño en dejar todos los horrores de la guerra documentados de algún modo, ya sea en fotos o a través del arte, el cine o cualquier medio visual, para que lo que pensamos fue verdad pase de generación en generación; tal vez es por esto que los genocidios que ocurrieron durante la colonización de América han quedado en el olvido; porque no hay fotos, sólo crónicas. Las imágenes icónicas parecen tener más valor que las que podemos reproducir mentalmente.
Según Sontag, el arte fue importante para la documentación de los horrores de la guerra, pero es con la fotografía que esta tendencia toma auge y validez. Ella compara al pintor, Francisco de Goya, y su documentación de la guerra civil en España, con su serie de aguafuertes “Los desastres de la guerra”, y al fotógrafo Robert Fenton, quien fue el primer fotógrafo en inmortalizar los horrores de la guerra de Crimea, en 1855, la primera guerra que se fotografió. Mientras que Goya sólo puede pretender que sucedieron cosas tales como las que él describe pictóricamente, Fenton puede decir que lo que se ve en el plano ocurrió frente al lente de su cámara. Eventualmente, los medios se dan cuenta del impacto que la fotografía tiene en los lectores de medio y usan este recurso con más frecuencia para mantener o aumentar su audiencia. Hoy día, no creo que haya una intención deliberada de congelar estos hechos en la historia con el fin de rentabilizarlos, pero tampoco la descarto. Susan Sontag reconoce que hay una necesidad de documentar estas imágenes, que en su mayoría son morbosas, pero cuestiona el que éstas se hagan públicas, con la excusa de que no se olviden.

“Quizá las únicas personas con derecho a ver semejantes imágenes de semejante sufrimiento extremado, son las que pueden hacer algo para aliviarlo- por ejemplo, los cirujanos del hospital militar donde se hizo la fotografía- o las que pueden aprender de ella. Los demás somos mirones, tengamos o no la intención de serlo”. (Susan Sontag, 2003, pág.53)

Es menester aclarar que Sontag se limita a las imágenes de las guerras y no a las producidas a causa de desastres climatológicos o todos aquellos fenómenos que el humano no pueda controlar. No es que una pérdida tenga más importancia que la otra, la pérdida humana siempre es trágica, especialmente cuando se trata del indefenso. El horror estriba en el hecho de saber que el sufrimiento fue causado por otro ser humano. El saber que existen seres semejantes a nosotros, física y biológicamente, que son capaces de infligir tanto dolor sin tener misericordia.
El que individuos de una especie sean capaces de matar a otros del mismo grupo, desde el punto de vista biológico, es una rareza. Tan rara que se considera un dato importante saber que el chimpancé y el humano comparten esta característica. Recientemente, la revista “Time” publicó un reportaje sobre este tema, en el que se indica que “they [chimapanzees] also share some human-like behaviors. They prey on other animals and occasionally murder each other”[2] . El profesor de antropología de la Universidad de Harvard, Richard Wrangham también hace mención de este dato en su libro “Demonic Males”, cuya reseña encontré en la página cibernética de la BBC. “The only other primates that kill their own kind are in fact, us. Humans and chimpanzees show a common aggressive tendency and will actively seek out and kill members of their own species. Chimpanzees and humans are the only other species that, out of 4 thousand other mammal species and 10 million other non-mammal species, have been observed to hunt and kill members of a rival group”.[3] La característica de asesinar a su propia especie no es instintiva, no es una de esas características que compartimos con el resto de los animales, es exclusiva del humano y resulta que el chimpancé ha demostrado que puede tener human-like behavior. Estar consciente de este dato hace que el asesinato parezca mucho más horripilante, porque nos abre los ojos de que algo que llevamos haciendo por millones de años no es natural; es una aberración.
Existe un sentimiento de culpa, prácticamente inevitable, ya sea porque no hicimos nada para evitar que esto sucediera o porque, sencillamente, no fuimos víctimas y estamos seguros en nuestros hogares, al menos por el momento. No obstante, hay que reflexionar qué ganamos y en qué contribuimos a nuestro crecimiento moral e intelectual con ver fotos morbosas de vidas destruidas por la guerra. Como ya mencioné previamente, no se ha evitado que se continúen perpetrando genocidios. Este tipo de documentación solamente le es útil al que va vaya a hacer algo al respecto, por ejemplo, un médico o alguien que esté investigando estos casos. De otro modo, como dice Susan Sontag, somos mirones, y los medio se aprovechan de esto. Sontag menciona la rentabilidad que tienen estas imágenes en los medios de comunicación al escribir que “debemos reconocer que el sufrimiento tiene público”. Sin duda alguna, el sensacionalismo vende. Ya sea por curiosidad, por querer estar informados o porque nos gusta lo morboso, las fotos más controversiales son las que venden un medio con más rapidez, ya sea noticioso, educativo, o un texto que tenga como propósito entretener. ¿Entretener?, sí, entretener, un ejemplo del morbo como entretenimiento es la famosa serie de vídeos de “Faces of Death” o “Traces of Death”. En estos vídeos el narrador no te dice qué es lo que está sucediendo, ni por qué, ni en dónde; el único propósito es el de anonadar. Hemos llegado al punto de entretenernos con el morbo, cada vez son más la s personas que no se horrorizan, incluso, existe el tipo de persona que disfruta de las mismas. Se sientan con sus amigos a ver quien aguanta más morbo. ¿En qué nos hemos convertido? Llega un momento que el estar expuesto a tanto morbo nos insensibiliza. El sufrimiento ajeno no importa porque está muy lejos de nuestro patio. La guerra en Irak con la cual, recientemente, nos han bombardeado con imágenes e información, se ha limitado al conteo de víctimas que no tienen rostro. Ya no es nuevo, perdió el elemento de rareza, porque se convirtió en la norma. Es por eso que los eventos del 11 de septiembre de 2001, tuvieron el impacto que tuvieron. Es inconcebible que la sangre corriera en nuestra acera, eso no pasa en este rincón del mundo. La muerte y los horrores de la guerra nos aburren. Necesitamos cada día más morbo, más sangre, más mutilación para conmovernos. Lo que en un momento dado se utilizó para despertar la rabia, la tristeza y la reflexión ya perdió su impacto, la muerte sólo tiene un efecto perenne y genuino cuando la miramos de frente, no detrás del lente.

La desinformación lacera la democracia

“En Puerto Rico, no hay ningún déficit, el déficit está en el bolsillo de los políticos”. Estas fueron las palabras de una dama en una cafetería con respecto al tema de los arbitrios. Estas palabras cerraron todo el espacio para el debate y la discusión. A mi entender, la dama no estaba proponiendo soluciones alternas al problema del déficit, sólo especuló que el arbitrio es un capricho de los políticos para echarse más dinero al bolsillo y no para resolver un problema, porque no hay un problema que resolver. Ella estaba ajena a un dato que lleva cubriéndose en los medios de comunicación de nuestra Isla hace más de un año y con una periodicidad, prácticamente, diaria; que en Puerto Rico hay un déficit de $1.5 billones y una deuda de $39 billones.
Ciudadanos como esta dama ejercen su derecho de escoger a los legisladores y gobernantes que rigen nuestra Isla. En Puerto Rico nos jactamos de que el 81.57 por ciento de los votantes inscritos participa en las elecciones generales, comparado con un 55.3 por ciento de la participación en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, este año, se demostró que no se necesita un porcentaje alto de votantes en la ciudadanía para hacer una diferencia y un cambio en el gobierno. El pueblo estadounidense dejó saber a través del sufragio que hacía falta un cambio, cuando el Partido Demócrata ganó tanto la Cámara, como el Senado. No hicieron huelgas, no paralizaron el gobierno y no rodearon la Casa Blanca, simplemente votaron.
¿De qué nos vale que más de un 80 por ciento de los puertorriqueños voten si no saben por quién están votando o no tienen una perspectiva crítica de lo que está ocurriendo en el país? ¿Acaso no es mejor que vote una minoría bien informada a que voten muchos por el simple hecho de ejercer su derecho al sufragio? Nos quejamos de que los políticos son unos corruptos y de que ya es tiempo de limpiar la casa, pero somos nosotros quienes les devolvemos el empleo a los mismos políticos cada vez que votamos. No nos damos cuenta de que tenemos el poder de limpiar la casa democráticamente.
La ignorancia y la desinformación de la ciudadanía facilitan la opresión por parte de los gobernantes. Ya es tiempo que los puertorriqueños comencemos a ejercer nuestros derechos democráticos responsablemente, tomando decisiones bien informadas para el bienestar común.