lunes, 25 de enero de 2010

Don Ramón: un hombre en dos tiempos

En la esquina de la calle Orbeta y la calle Capitol encontramos la placita de Santurce. En una mañana cálida de un jueves, la placita perfuma a sus placeros con cebolla, papaya y piña, y entre papayas y aguacates encontramos a don Ramón Tellado Rosa. Don Ramón uno de los placeros que ha visto los altibajos de este lugar tan pintoresco. “Aquí se vendía mucho, la gente se cree que esto está mejor que nunca, pero para nosotros que vendemos frutas y vegetales, las cosas empeoraron desde el 2000”, se lamenta don Ramón.
Su padre lo trajo desde Lares en 1939 para dedicarse a la venta de vegetales y hubo un tiempo en que se dedicó a vender pollos en mazo. Él se considera uno de los pocos afortunados de haber hecho su vida cuando la plaza de Santurce brillaba en su esplendor. “Yo empecé mi negocio en el 50 y tengo la dicha de que toda la vida me fue bien, ahora hago esto por diversión, pero me da pena botar la mitad de la comida que traigo”, dice con resignación don Ramón. Según él, es necesario traer comida de más, aunque no se venda, para que su espacio se vea atractivo.
Don Ramón dice que la plaza está muerta, pero en los alrededores del edificio colonial que alberga a los placeros se siente la algazara y se ve gente ocupada preparando los alrededores para sus clientes nocturnos. “Para los que venden ron las cosas le van bien, pero para nosotros, los que trabajamos por el día, esto está muerto”, recalca indignado Tellado, quien se queja de que el Municipio le hace más difícil generar ingresos porque le acaba de subir la mensualidad para cubrir costos de electricidad.
El 31 de agosto don Ramón cumplió sus 84 años, y está feliz de que en su vida sólo ha tenido razones para estar satisfecho del fruto de su trabajo. Sin embargo, se apena por las generaciones por venir, que para él no disfrutarán del romanticismo de la placita en las mañanas, perfumadas de jazmines, limones y mangó.